domingo, 30 de septiembre de 2012

(104) Aforismos a falta de artículo.



  1. El blog es la nota. Todo texto es, por lo tanto, un hipertexto.
  2. El Cuarteto de Nos es la parodia nacional.
  3. Las apariciones de la Virgen se parecen de un modo increible a las manifestaciones de las divinidades paganas de las religiones politeistas.
  4. La mujer más puta es la más deseable. La más casta siempre es también la más puta. Luego todas las mujeres son deseables.
  5. La honestidad es la estupidez sobrevalorada en los ojos de un prejuicio.
  6. El Cubo de Rubik es una metáfora de la sexualidad moderna: puro colores y un par de vueltas en pocos segundos.
  7. El erotismo necesita cierta abstracción intelectual, de donde se entiende que la sexualidad que se pregona en los medios de comunicación carece de erotismo.
    Corolario: Muchas películas pornos de la década del 90 tienen un argumento más complejo que la vida emocional de los amantes del siglo XXI.
  8. En Uruguay no existe la discusión, luego el razonamiento ha huido despavorido dando lugar al prejuicio.
    Corolario: las organizaciones contra los prejuicios y a favor de los derechos de tal o cual grupo social son infinitamente más discriminatorias que el fantasma al que se oponen.
  9. Quien desconoce la historia de las palabras está condenado a repetirla.
  10. Los videojuegos no son una forma de arte.
    Corolario: el diseño gráfico que se ve en alguno de ellos si lo es. También lo es la narrativa de unos pocos ejemplares. El arte precede al juego.
  11. Quien haga listas de a diez peca de omnipotente y caprichoso.
       

    (A.M)

domingo, 16 de septiembre de 2012

(103) Capitulo IV. La hierba Roja. Boris Vian.


   Quedaban dos parejas bailando, una de ellas formada por Lil y Lazuli. Lil estaba contenta: la habían estado invitando toda la velada y, con la ayuda de algunas copas, todo había transcurrido de la mejor manera. Wolf los miró un momento y se deslizó afuerza, para meterse en su despacho. Allí, en un rincón, colocado horizontalmente sobre cuatro pies, había un gran espejo de plata pulimentada. Wolf se acercó y se tendió sobre él tan largo como era, el rostro contra el metal, para hablar de hombre a hombre. Ante él, un Wolf de plata esperaba. Apretó con sus manos la fría superficie para cerciorarse de su presencia.
   -¿Qué te pasa? -preguntó.
   Su reflejo hizo un gesto de ignorancia.
   -¿Qué te apetece? -prosiguió Wolf-. No está nada mal, el ambiente de por aquí.
   Su mano se acercó a la pared y accionó el interruptor. La habitación se sumió de repente en la oscuridad. Sólo la imagen de Wolf permanecía iluminada. Recibía la luz de otra parte.
   -¿Cómo es que siempre consigues arreglárteleas? -insistió Wolf-. Y además, ¿qué es lo que te arreglas?
   El reflejo suspiró. Un suspiro hastiado. Wolf se sonrió, sarcástico.
   -Eso es, quéjate. No hay nada que funcione, en resumidas cuentas. Vas a ver, pobre imbécil. Voy a meterme en esa máquina.
   Su imagen pareció bastante contrariada.
   -Aquí -dijo Wolf- ¿qué es lo que veo? Brumas, ojos, gente... polvo sin densidad... y ese maldito cielo como un diafragma.
   -Tranquilo -dijo con toda claridad el reflejo-. Por decirlo de algún modo, nos estás tocando los huevos.
   -Es decepcionante, ¿no? -se burló Wolf-. ¿Tienes miedo de que me sienta decepcionado cuando lo haya olvidado todo? Es preferible sentirse decepcionado que seguir esperando en el vacío. De todos modos, hay que saber qué pasa. Por una vez que se presenta la ocasión... ¡pero contéstame, joder!
Su interlocutor seguia mudo, con expresión de desacuerdo.
   -Y además la máquina no me ha costado nada -dijo Wolf-. ¿Te das cuenta? Es mi gran oportunidad. La oportunidad de mi vida, sí, señor. ¿Iba a desaprovecharla? De ningún modo. Una solución que te hune vale más que cualquier incertidumbre. ¿O es que opinas lo contrario?
   -Lo contrario -repitió el reflejo.
   -Ya basta -dijo Wolf con brutalidad-. He sido yo el que ha hablado. Tú no cuentas. Ya no sirves para nada. Elijo. La lucidez. ¡Ja, ja! Hablo en mayúsculas.
   Se levantó con dificultades. Ante él estaba su imagen, como grabada en la hoja de plata. Volvió a encender la luz y la imagen se fue esfumando poco a poco. Su mano, en el interruptor, era blanca y dura como el metal del espejo.

(Capitulo IV de “La hierba roja”. Boris Vian.) 

miércoles, 5 de septiembre de 2012

(102) Mafalda

Sin necesidad alguna de introducciones y de la mano de Quino les dejamos algunas tiras de Mafalda.