Dice el
Diccionario de la Real Academia Española:
"1.m.
Arg., Bol., Perú y Ur.Ave del orden de las Falconiformes, de medio
metro de longitud y color general pardusco con capucho más oscuro.
Se alimenta de animales muertos, insectos, reptiles, etc. Vive desde
el sur de los Estados Unidos de América hasta Tierra de Fuego."
Lo que, en
definitiva, nos informa muy poco. Mucho más nos explica la fuente de
todo conocimiento en Internet, esto es, Wikipedia. Les dejó aquí un
pequeño extracto que complementa la somera definición de la R.A.E:
"Prefiere
alimentarse de carroña y con frecuencia se le puede observar
comiendo animales que han sido atropellados en la carretera. También
es un cazador oportunista que ataca animales jóvenes o heridos,
utilizando como método inicial agredir en ojos, labios, y zona anal;
de manera que la presa resulte progresivamente indefensa hasta que,
finalmente, muere y es consumida. Su desplazamiento es más terrestre
y son más caminadores que otras aves rapaces."
No se entusiasmen los ornitólogos ni demás aficionados a las aves,
sin embargo, pues este artículo no hablará mucho tiempo más de
esta ave. En realidad, lo que nos interesa, es plantear una
ampliación léxica del término a partir de la observación de
ciertas realidades que se han vivido en los últimos tiempos en la
República Oriental del Uruguay1.
Comenzemos por hacer una aclaración que viene en falta en nuestras
fuentes de información. También se llama carancho, por traslación
de sentido, a ciertos abogados que andan a la búsqueda de juicios o
procesos legales de indemnización, principalmente en asuntos
relacionados a mala práxis o accidentes automovilísticos. No me
queda claro si tal uso metáforico del término se origina en la
cualidad carroñera o en el hecho de que ambos especímenes andan
mucho por la carretera. En todo caso, queda claro que el carancho
humano es un ser abyecto y despreciable. Por lo tanto se puede asumir
que como todo bicho inmundo, es además numeroso.
No obstante, creo que no se ha llamado suficientemente la atención
sobre esta metáfora. No, no propongo añadir de forma urgente el
sentido anteriormente expuesto al Diccionario, si no que deseo una
segunda traslación, o al menos una ampliación del campo semántico.
Podemos así, suponer que, como en las clasificaciones naturales,
donde encontramos familias, especies y subgéneros, así también en
las metáforas animalísticas también podemos encontrar otras
especies de caranchos entre los hombres. Quizá, la que más se ve en
Uruguay, aunque no se haya hablado casi nunca de ella con tal término
plumífero, sea la del carancho periodista.
¿Por qué?. Pues la idea se me ocurrió con el desafortundamente
famoso caso de los "ángeles de la muerte" que salió a luz
hace no más de dos semanas aquí en Uruguay. Para quienes no se
hayan enterado se trató de la captura y procesamiento de dos
enfermeros que asesinaron a pacientes. Con esto se da la noticia de
forma cabal. Quienes quieran más información podrán encontrarla en
medios nacionales e internacionales, digitales e impresos. Tanta
repercusión tuvo el hecho. Ahora bien, evidentemente no me parece
mal que, dado un caso de tal naturaleza e implicancias tan graves,
decida informarse mediantes los medios de comunicación masivos a la
población. Es más, es natural y evidente que es lo que debe
hacerse. Otra cosa muy distinta es como se lleve a cabo tal tarea.
Me
refiero a algo muy sencillo que quedará facilmente ejemplificado si
se sigue la historia de la noticia en su primera semana. Los primeros
titulares anunciaban un mínimo de 200 muertes y suponían aún más.
Definitivamente se trataba de una cifra capaz de asustar a
cualquiera. Pasado tan solo un día se comenzó a hablar de 50
muertes por cada enfermero, haciendo la salvedad de que en realidad
uno de ellos no había dicho nunca 50 si no que le parecía que esa
era la cifra. No obstante se seguía hablando en los noticieros de
las 200 muertes, pues claro, si cada uno mató 50 porqué no pensar
en algunas más. Así pues, finalizando el tercer día la prensa
informaba de que se los había procesado por unas 16 muertes, aunque
resulta imposible saber si a cada uno o si ese era el total o si las
que había logrado probar la justicia competente. En tal caso, aquí
fue donde comenzé a preocuparme. Ya he visto este fenómeno en
numerosas ocasiones: sale una noticia, la gente se queda con el
titular, se opera mediante una generalización reduccionista e ipso
facto todos los enfermeros del país son ahora una manga de asesinos
hijos de una gran puta que están esperando a una persona buena y
sana para inyectarle una muerte injusta. Quienes no me crean no
tienen más que hacer que dirigirse a cualquier uruguayo residente en
el país para comprobar que el miedo a ser asesinados por quienes
deben proporcionarles cuidado médico está ampliamente extendido en
la población.
Ahora bien, uno no puede dejar de pensar que los medios de
comunicación hayan tenido algo que ver en esto. Las instituciones en
que ocurrieron los hechos se nombraron rápidamente, a saber, la
Asociación Española y el Hospital Maciel. Esto supusó la aparición
de los caranchos comunicadores. La Asociación Española tiene su
sede central en Boulevard Artigas, en dicha avenida hay un cantero
central extenso y amplio donde los medios instalaron, durante dos o
tres días consecutivos (el tercer día no pasé por la zona así que
no lo pude comprobar), todos sus equipos moviles para que estuviesen
pendientes de cualquier novedad. Es justamente este carancho tan
concreto el que suscitó mi atención. No se trata, como el carancho
legal, de alguien que quiera cobrar unos pesos, si no de alguien que
desea transmitir todo. Desea ser una suerte de panóptico de la
noticia e incluso más, desea ser el primero. No importa que tan mal
trabajada esté la información, con tal de que sea mía parece ser
el modus operandi de esta raza.
Si nos detenemos a pensar, las cifras que se dieron fueron absurdas,
especialmente considerando que la justicia no había actuado aún.
Ahora bien, el hecho de que solo 16 hayan sido probadas no quiere
decir que no hayan habido más, eso parece ser claro. Pero aún más
claro es que titular una noticia con un número hiperbólico es un
acto maquiavélico. Con tal de impresionar al lector se dejan de
lados consideraciones de la responsabilidad que se tiene como medio
de comunicación y la necesidad de verificar lo que uno publica. No
crean que cuando los números fueron disminuidos hubo algún tipo de
rectificación o fé de erratas. En lo más mínimo. Tanto más se
empezó a insistir más en lo horrible de la situación, se seguía
haciendo eco de una noticia en la que no había información nueva. Y
cuando había pasado una semana y ya no se podía exprimir más la
novedad, se apunto a patear el corazón de los informados. El diario
El País publicó en su edición dominical, a una semana del
procesamiento de los asesinos, un informe donde narraba la vida de
algunas de sus víctimas, en lo que considero un intento patético de
seguir sacándole el jugo a la noticia. Y es que, ¿importa realmente
si Don Juan plantaba en su tiempo libre o si Doña María era buena
abuela para que consideremos más atróz un asesinato?. Creo que no.
Un atentado contra la vida, en cualquier forma que sea, es un acto
condenable.
Cuando me refiero a los atentados contra la vida no quiero dar la
impresión de hablar solamente del asesinato, otros crímenes que
conlleven a la violación de cualquier derecho, a la reducción de la
calidad de vida de las personas o que en cualquier manera se puedan
entender como agresivos (desde el plano físico hasta el intelectual,
pasando también por el moral y el afectivo) son actos deleznables.
Conviene pensar entonces, que si tan horrible nos suena que un
abogado ande a la caza de indemnizaciones no debiera ser diferente
que un periodista o comunicador ande a la caza de pseudo información
sobre una noticia. Después de todo, no podemos considerar
información aquello que todos los días cambia.
Se me puede objetar, que de eso se trata justamente la profesión.
Que estoy equivocado en no admitir que una noticia debe ser publicada
o transmitida cuanto antes. Supongo que todo depende del punto de
vista. Si nos posicionamos en la cabeza de un consumista moderno es
indudable que es preferible tener más y más noticias en el mismo
momento en que se producen. Incluso más, sería deseable que los
asesinatos fuesen televisados, los rapiñeros entrevistados y las
violaciones grabadas como películas porno. Ahora bien, siguiendo
esta línea de razonamiento nos encontramos con otro ejemplo que
ocurrió en el paisito. Las fuerzas policiales organizaron un
denominado megaoperativo para atacar algunos puntos críticos de la
ciudad en busca de criminales conocidos, bocas de venta de drogas y
demás actividades delictivas. Ahora bien, a tal punto llega la
necesidad de ser el primero en ofrecer a los ávidos consumidores la
noticia que ocurrió un hecho memorable: la noticia del megaoperativo
se dió en televisión antes de que este comenzase y por supuesto que
se dijo la locación del mismo, dándole tiempo de sobra a los
objetivos para hacer un muy prolijo mutis por el foro.
Así es que, espero sepan disculpar si no estoy de acuerdo con que
la información deba ser transmitida lo antes posible. Yo prefiero
que se tomen su tiempo y piensen lo que van a presentar, que decidan
con objetividad sobre la forma de dar la noticia, sobre las
repercusiones que pueden tener y sobre la seriedad con que deba
tomarse. Sigamos con ejemplos. No me parece mal que se entreviste a
un manifestante durante una protesta... ahora bien, entrevistar a
cinco o seis para que todos digan lo mismo ya es un poco abusar de la
estupidez del receptor. ¿Qué importancia puede tener mostrar a un
comerciante recién asaltado en el ápice de su ira y pedirle que
haga declaraciones sobre lo mal que está la seguridad?. Ninguna. La
información en Uruguay está en un estado lamentable. Ya no se da
importancia alguna a la objetividad y creo que sin ella, la noticia
no vale la pena. Es muy común ver como los presentadores de las
noticias hacen sus juicios subjetivos al respecto, en términos tan
poco serios como "La verdad que un animal", "es cosa
de no creer", "es horrible".
Volvamos a nuestro primer ejemplo para corroborar el poco tiempo que
se dedica a pensar si algo es pertinente o no antes de informarlo. De
los enfermeros procesados se dieron imágenes y sus nombres por
televisión. Ahora bien, esta costumbre de publicar toda la
información de una persona me parece contraproducente. Su único
resultado es la incitación a la violencia. Así ocurrió en otros
casos para nada similares excepto en ese único detalle. En el primer
caso se acuso a unos padres de violar o abusar a su pequeña, sus
nombres y dirección fueron expuestos al ojo público, el cual de ojo
tiene poco y de mano mucho, porque no tardo demasiado en ponerse en
acción realizando un saqueo de la casa de la familia en un clarísimo
acto de violencia. Ahora bien, esta información fue dada a luz antes
de que la justicia se pronunciara. ¿Cuál fue el veredicto?. La
pareja era inocente, pero por la falta de sagacidad mental o la mera
maldad de los medios de comunicación fue sometida a ver su casa
destrozada por una manga de energúmenos que andan siempre a la orden
de lo que las urracas de la comunicación les informen. De manera
similar, tomemos ahora otros dos ejemplos, en primer lugar el de un
par de adolescentes de Colonia que filmaron mientras mataban a un
perro y el de unos adolescentes que violaron a una muchacha menor de
edad (no recuerdo exactamente pero seguro que era no mayo a trece
años). Ahora bien, ambos actos son aborrecibles. Los medios por
supuesto los informaron hasta el cansancio y con lujo de detalles.
¿Resultado?: en el caso de los niños y el perro sus datos privados
se divulgaron rapidamente por las redes sociales, incluyendo los
números de teléfono, para que todo el que quisiera pudiese aportar
su granito de violencia verbal y menos mal que quedó por ahí la
cosa, porque más de uno ya hablaba de tomar el asunto en sus manos e
ir a matar a los "violentos". En el caso de la niña
abusada se procedió a un escrache y saqueo de la casa de los
perpetradores.
Ahora bien, es evidente que en algunos casos los acontecimientos
provocan ira hasta la náusea y nos tocan en lo más profundo,
revirtiéndonos a estados primigenios casi instintivos en los que nos
dejamos llevar por las emociones más intensas del momento, que con
toda seguridad sean para estas ocasiones la ira y la violencia. Sin
embargo, deberíamos recordar que la base de la sociedad se ha
edificado sobre cimientos diferentes desde aquellos viejos tiempos
del talión. Talión, que en última instancia no dejaba de ser
efectivo en el control de las masas enardecidas, pues solo a los
afectados les correspondía el derecho a venganza. Con la situación
actual de los medios carancheros, sin embargo, es otra la situación
y la masa pasa de "hablo porque esta boca es mía" a "actuo
porque se me da la gana". Por suerte, la pereza sigue primando
en Uruguay y es lo único que evita que prendan fuego al país cada
cinco minutos, tras ver o leer "noticias" que nada tienen
de objetividad.
Y ahí está el punto central de este artículo. Parece haber un
entendido de que si sale en un medio de comunicación serio y quien
lo relata tiene traje y corbata la información tiene que haber
tenido un procesamiento y un razonamiento que la acerquen al plano de
la objetividad. Esta falta de juicios personales le otorgaría
entonces fiabilidad y sería aceptable para el interés común. No
obstante, lo que acontece difiere bastante de esta situación. No se
me malentienda, usan traje y corbata. Lo que viene en falta es el
resto. Quien haya pasado por cualquier lugar donde una noticia pueda
ser exprimida a ultranza, podrá comprobar que no estoy equivocado en
llamar caranchos a esta turba de informadores.
Quizá el único problema del término, es que estamos asociando
injustamente al carancho (el ave, en este caso) con abogados y
periodistas que buscan vivir a partir del dolor y la desgracia ajena.
Para finalizar, quisiera agregar algo. Me preocupa enormemente la
falta de razonamiento crítico en la población uruguaya. Muchos se
quejan de lo sensacionalistas que están los medios, pero aún así
los consumen como si no pudiesen vivir sin ellos. En última
instancia, si los medios son lo que son, es porque existe una
necesidad de mercado que satisfacer. Convendría más que nos
pusieramos la mochila de nuestra propia culpa en la espalda y
cargasemos con ella. Es muy fácil despotricar contra los medios,
pero es muy dificil aplicar nuestro intelecto a cada información que
nos otorgan. Somos tan culpables de caer en su anzuelo como ellos de
colocarlo. Si quieren que veamos sangre, desgracia e información a
medio cocinar, respondamos con calma, si caer de lleno en la
indignación a vivas voces y con la entereza de buscar la otra mitad
que no nos contaron. En este momento debemos luchar contra la
ignorancia que el carancho representa y para ello no tenemos más que
nuestro compromiso con la seriedad intelectual. Si ellos nos incitan a la violencia de la desinformación, nos corresponde a nosotros informarnos.
(A.M)
1Sea
este quizá el artículo más marcadamente nacionalista que he
escrito nunca... Lo titulé con nombre de pájaro, más compromiso
con el Uruguay no se puede pedir.
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