Hace mucho tiempo que no duermo bien. Cuando veo que la tarde se va a encontrar con la noche ya me viene la angustia. Mi cabeza espera esa hora para abandonarme y andar quién sabe por donde. Pero ella da vueltas, siempre, alrededor de una mujer tan firme como una pirámide. A veces la noche me alcanza en la calle; entonces corro hacia mi viejo hotel. Después de saber que nadie ha traído nada para mí, empiezo a subir pesadamente las escaleras. Y mientras oigo sonar mis pasos en la madera oscura mis manos van tomando las barandas como si pulsaran instrumentos. Casi siempre me encuentro con alguna pareja que desciende y me gustaría saber qué sentimientos los unen. Al entrar a mi pieza la cabeza se me pone como una mujer inquieta que quisiera abandonarme y no supiera donde ir. Aunque el cuerpo esté cansado ella le hace caminar sin consideración; cuando los pasos hacen crujir las maderas en la mitad del piso ella obliga al cuerpo a ir por otro lado. Mientras tanto ella piensa en una mujer real. Mi cabeza recibe una gran cantidad de angustia y produce pensamientos que luchan con una mujer. Pero ella es intocable y mis pensamientos manotean a un fantasma. A veces yo pienso que los fantasmas son mis pensamientos y que ellos no alcanzan a la mujer; pero hace tiempo que yo no existo para ellos: yo soy un padre que aconseja inútilmente a hijos locos. Mi pobre cuerpo –viejo compañero de aventuras–, distraído, cruza por encima de las tablas que crujen y mi cabeza se pone furiosa. Cuando él logra acostarse mi cabeza me abandona y se va sola quién sabe donde. Yo no puedo dormir sin ella y soy bastante desdichado; pero hace algún tiempo tampoco podía dormir y sin embrago era dichoso. Eso ocurría cuando recién conocí a la mujer que amo.
(“Hace mucho tiempo que no duermo bien”, Obras completas, tomo II; Felisberto Hernández)
(“Hace mucho tiempo que no duermo bien”, Obras completas, tomo II; Felisberto Hernández)
Nota: Felisberto Hernández es uno de los autores nacionales menos conocidos en el país, acaso porque murió joven y con una obra dispersa y mal publicada. No así fuera de fronteras: en Francia y Argentina saben, y bastante, de él. Tiene una sensibilidad intima, peculiar y fue señalado como el referente, junto a Borges, del cuento fantástico americano.
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