martes, 29 de marzo de 2011

(24) Y sin embargo


En vista de que el cantautor español visita nuestro país este martes 29 dejamos aquí una de sus letras y el correspondiente video. Esperamos lo disfruten tanto como quienes escriben. 

De sobras sabes que eres la primera,
que no miento si juro que daría
por ti la vida entera,
por ti la vida entera;
y, sin embargo, un rato, cada día,
ya ves, te engañaría
con cualquiera,
te cambiaría por cualquiera.
Ni tan arrepentido ni encantado
de haberme conocido, lo confieso.
Tú que tanto has besado
tú que me has enseñado,
sabes mejor que yo que hasta los huesos
sólo calan los besos
que no has dado,
los labios del pecado.
Porque una casa sin ti es una emboscada,
el pasillo de un tren de madrugada,
un laberinto
sin luz ni vino tinto,
un velo de alquitrán en la mirada.
Y me envenenan los besos que voy dando
y, sin embargo, cuando
duermo sin ti contigo sueño,
y con todas si duermes a mi lado,
y si te vas me voy por los tejados
como un gato sin dueño
perdido en el pañuelo de amargura
que empaña sin mancharla tu hermosura.
No debería contarlo y, sin embargo,
cuando pido la llave de un hotel
y a media noche encargo
un buen champán francés
y cena con velitas para dos,
siempre es con otra, amor,
nunca contigo,
bien sabes lo que digo.
Porque una casa sin ti es una oficina,
un teléfono ardiendo en la cabina,
una palmera
en el museo de cera,
un éxodo de oscuras golondrinas.
Y cuando vuelves hay fiesta
en la cocina
y bailes sin orquesta
y ramos de rosas con espinas,
pero dos no es igual que uno más uno
y el lunes al café del desayuno
vuelve la guerra fría
y al cielo de tu boca el purgatorio
y al dormitorio
el pan de cada día.

Disco: Yo, mi, me, contigo
Año: 1998
Letra: Joaquín Sabina
Música:
 Joaquín Sabina, Pancho Varona


viernes, 25 de marzo de 2011

(23) R.E.M. Collapse into now. Überlin.


Hace pocos días, el 8 de marzo para aquellos con entusiasmo estadístico, R.E.M. homenajeó a los cultores de la buena música con un nuevo disco. ¡Un discazo! (¡Discún! dirá si ud. ha condescendido a las mismas deformaciones de la lengua que quien esto escribe…) De los más complejos de la banda, que sin reiterarse sin embargo no pierde su esencia; parejo, para escucharlo una y otra vez, es difícil elegir una canción, pero bue… Una muestra, y sólo una muestra: Überlin.  


lunes, 21 de marzo de 2011

(22) El entierro prematuro del Amor.


     Conocidos son los ejemplos en los que la literatura nos presenta al Amor como sinónimo de Vida. Basta con ojear en un café a las tres de la tarde cualquier libro de poesía amorosa y encontraremos alguno. Creo, sin embargo, que vale la pena recordar uno del cual Edgar Allan Poe nos hace conocedores en El entierro prematuro.
     Según nos relata, Victorine Lafourcade, ademas de ser una joven muchacha de ilustre y rica familia, era muy bella, razón por la cual (ya que las anteriores nunca ha sido validas para el amor) el joven Julien Bossuet la pretendía. No era el único, claro está. Las esbozadas razones eran más que suficientes hacia el 1810 francés para hacerse merecedora de un escuadrón de pretendientes1. La srta. Lafourcade lo correspondía pura y honestamente, sin embargo, por razones de orgullo de casta, se desposó con un tal monsieur Renelle, diplomático y banquero de renombre más bien modesto. Monsieur Renelle la descuido y maltrato, por lo cual no fue sorpresa, tras unos años de miserable matrimonio, el anuncio de su muerte. Julien, devastado por el amor, fue a la tumba de su amada con el propósito, quizás romántico, quizás no, de cortarle una trenza, para conservar al menos algo de la persona que amaba. Dado el tema de la narración poeniana es sabido que en el momento en que el joven comenzó a cortar la trenza, su amada despertó de entre los muertos (o mejor dicho de entre los aparentemente muertos). La historia es hermosa y continúa, sin embargo no importa eso a la finalidad de este artículo. Lo que verdaderamente importa, es que esto parece ser una reformulación más del paralelismo Vida-Amor2.
     Sin duda alguna la prosa de Poe supera en mucho a la que aquí tengo el atrevimiento de presentar, por lo cual recomiendo a los lectores lean por su propia cuenta esta pequeña historia que tan útil me resulta para comenzar mis reflexiones.
     Y es que a toda persona le llega en su vida una oportunidad de dudar sobre la veracidad de dicho concepto3. En mi caso esta se presento cuando un amigo con pretensiones de poeta fue abandonado por una señorita de nombre cuyo nombre se ha perdido en los anales de la historia a quien había dedicado su vida y obra. La mencionada era poseedora, según mi amigo, de cuanta virtud en esta vida y en la otra existiese. No hay quien niegue que sus facciones eran de una europea perfección, sus gestos gráciles y delicados, y su alma noble. Quizás estas hayan sido las razones por las cuales mi amigo creyó que alcanzaría con ella el Amor, y con este la Vida.
Desafortunadamente, el largo camino cambia a las mujeres, y la señorita en cuestión habría de servir de prueba a este axioma. Su corazón cambio. Y con el, su Amor. El desdichado lloró, suplicó, escribió algunos de sus mejores versos (ya que estaban inspirados por el Amor y el Dolor a la vez argumentaba él), volvió a llorar, pidió perdón, hasta que finalmente se rindió a la Muerte4.
     No confundan mis palabras con el anuncio de un suicidio. Él sigue vivo. Al menos en la acepción burguesa y mundana (valga la redundancia) de la palabra. Su cuerpo aún cumple con la exactitud de un autómata las funciones básicas, su vida transcurre en una rutina de estudios y trabajos que le resultan agobiantes y vacíos, pero que realiza sin emitir queja alguna. Sin embargo, la perdida del Amor lo ha condenado a la Muerte. O mejor aún, ha sido el Amor quien lo ha condenado a la Muerte. Sentado en un sofá, me mira con la cara en penumbras internas y me dice: “Al haberla perdido, he perdido todo cuanto significaba algo para mí, es cierto que pensé en suicidarme, pero tome en cuenta compañero que la Verdadera Muerte es, al igual que la Verdadera Vida, un producto del Amor, por lo cual un suicidio no es más que una cobarde redundancia. Por lo tanto, ¿a que buscar lo que ya poseo?”. Luego, se para y se va. Se va llorando eternamente en su alma por su condición5. Y yo, me pregunto, con terror y ansiedad de encontrar la respuesta, si su reflexión será cierta. En cualquier caso, la Vida (y por lo tanto el Amor) son la mayor apuesta que realizamos en nuestra existencia. Podemos ganarlo todo, o perderlo todo.Y a mi, lo digo sin pretensiones y hasta con un poco de verguenza, siempre me ha gustado apostar.

(A.M)

1Estos pretendientes, se asemejan en cierto modo a aquella juventud de Alcino que acosaba a la fiel Penélope. Al menos sus razones para querer el catre coincidían en lo fundamental: las ventajas económico-sociales. Si Penélope podría haber obtenido mejor rédito cediendo voluntariamente a sus propuestas, es otra cuestión.
2Todos hemos aprendido de memoria el trilladísimo romance del Enamorado y la Muerte. Particularmente me agrada que la muerte triunfe. Pero pienso también en Rebelde, de Juana de Ibarbourou, que al fin y al cabo es en ciertas imágenes de particularidad sensualidad donde más vital se muestra (y si se me permite la asunción, quisiera decir que la sensualidad es parte del amor). En ambos gana la muerte, pero en este último la victoria es solo aparente.
3A algunos estas ocasiones parecen perseguirlos con especial ahínco.
4Debe quedar bien claro que el argumento de un poetastro desilusionado no puede ser confudido con ningún tipo de teoría literaria que quiera alcanzar cierta validez, e incluso con ningún tipo de razonamiento, sea este lógico o retórico.
5Quien crea que este individuo es un pesado, estará pensando lo mismo que su círculo íntimo, con una pequeña distinción: nosotros efectivamente tenemos que escucharlo. Agradezca que esto es tan solo un artículo.

sábado, 19 de marzo de 2011

(21) Ante la ley (F. Kafka).


   Ante la ley hay un portero. A este portero se le acerca un hombre del campo y le pide que le deje entrar en la ley. Pero el portero le dice que en ese momento no puede permitirle la entrada. El hombre reflexiona y pregunta entonces si podrá entrar más tarde. “Es posible”, dice el portero, “pero ahora no”. Como la puerta de la ley está abierta igual que siempre y el portero se echa a un lado, el hombre se agacha para ver el interior a través de la puerta. Cuando el portero se da cuenta de esto, se ríe y dice: “Si tanto te atrae, intenta entrar a pesar de mi prohibición. Pero ten en cuenta: soy poderoso. Y soy tan sólo el más inferior de los porteros. Sin embargo, de sala a sala hay porteros, uno más poderoso que el otro. Ni siquiera yo puedo soportar la visión del tercero”. El hombre del campo no ha esperado tales dificultades, la ley debe ser accesible siempre y a cualquiera, piensa, pero ahora, al observar más detenidamente al portero en su abrigo de piel, su gran nariz puntiaguda, su barba de tártaro, larga rala y negra, decide que es preferible esperar hasta que obtenga el permiso para entrar. El portero le da un taburete y le deja que se siente a un lado de la puerta. Allí permanece sentado días y años. Hace muchos intentos para que le dejen entrar y fatiga al portero con sus súplicas. A menudo, el portero le interroga, le pregunta por su tierra y por muchas otras cosas, pero son preguntas indiferentes, como las formulan los grandes señores, y para terminar le decía una y otra vez que no podía dejarle pasar aún. El hombre, que se ha provisto de muchas cosas para su viaje, las utiliza todas, por valiosas que sean, para sobornar al portero. Éste lo acepta todo, pero al hacerlo dice: “Sólo lo acepto para que no creas que te has dejado pasar algo por alto.” A lo largo de estos muchos años, el hombre observaba al portero casi sin interrupción. Olvida a los otros porteros y éste primero le parece el único obstáculo para la entrada en la ley. Durante los primeros años maldice en voz alta la desgraciada casualidad, más tarde, al irse haciendo viejo, gruñe tan sólo para sí. Comienza a chochear, y como en los largos años de estudio del portero ha llegado a conocer incluso a las pulgas de su cuello de piel, le pide también a las pulgas que le ayuden y hagan cambiar de opinión al guardián. Al final, su vista se va debilitando y no sabe si de verdad está oscureciendo a su alrededor o si sólo le engañan los ojos. Pero en ese momento sí que distingue en la oscuridad un resplandor que sale de un modo inextinguible de la puerta de la ley. Ahora no vivirá ya mucho. Antes de su muerte se concentran en su cabeza todas las experiencias de todo aquel tiempo en una pregunta, que hasta ahora no ha formulado aún al portero. Le hace una seña, puesto que no puede levantar su cuerpo que se va entumeciendo. El portero tiene que inclinarse mucho hacia él, pues las diferencias de altura han cambiado mucho en perjuicio del hombre. “¿Qué es lo que quieres saber ahora?”, pregunta el portero, “eres insaciable”. “Todos se esfuerzan por llegar a la ley”, dice el hombre, “¿cómo es que en todos estos años nadie excepto yo ha pedido que le dejen entrar?” El portero se da cuenta de que el hombre ya está llegando a su fin y, para alcanzar aún su oído que se va extinguiendo, le ruge con fuerza: “Nadie más podía tener acceso por aquí, pues esta entrada estaba destinada sólo para ti. Ahora me voy y la cierro”.

“Ante la ley”; cuento que integra el volumen titulado “Un médico rural” y que es parte del discurso del sacerdote en el capítulo IX de “Der Prozess” (El Proceso), obra de Franz Kafka.

martes, 15 de marzo de 2011

(20) Cuplé de la violencia. Agarrate Catalina, 2011.


Vengo de la cabeza
soy de una banda descontrolada.
Hoy no me cabe nada
vas a correr porque sos cagón.

Son todos unos putos,
unos amargos, unos buchones
llaman a los botones,
vinieron todos, se quedan dos.

Hoy vas a correr
porque sos cagón,
con el culo roto
porque mando yo.

Voy a salir de caño
ya estoy re duro, estoy re pasado
como ya estoy jugado
me chupa un huevo matarte o no.

Mi vida es un infierno
mi padre es chorro, mi madre es puta.
Vos me mandas la yuta
y yo te mando para el cajón.

Yo soy el error
de la sociedad,
soy el plan perfecto
que ha salido mal.

Vengo del basurero
que este sistema dejó al costado.
Las leyes del mercado
me conviertieron en funcional

Soy un montón de mierda
brotando de las alcantarillas.
Soy una pesadilla
de la que no vas a despertar.

Vos me desprecias
vos me buchoneas,
pero fisurado
me necesitas.

Soy parte de un negocio
que nadie puso y que todos usan.
En la ruleta rusa
yo soy la bala que te tocó.

Cargo con un linaje
acumulativo de misiadura,
y un alma que supura
veneno de otra generación

Yo no se quien soy
Yo no se quien sos,
El tren del rebaño
se descarriló.

Ya escucho la sirena
la policía me está encerrando,
uno me está tirando
me dió en la gamba, le di a un botón.

Pasa mi vida entera
como un tornado escupiendo sangre.
¡Manga de hijos de puta
me dieron justo en el corazón!

Tabaré Cardozo, Yamandú Cardozo, Martín Cardozo y Rafael Cotelo. 


El primer video es del concurso oficial. El segundo de la grabación del disco del espectáculo 2011 del que el cuplé es parte.

jueves, 10 de marzo de 2011

(19) El horóscopo y el Sr. Bertram Forer.


   Ante el avance del ejercito persa contra sus fronteras orientales, Creso, rey de Lidia, decidió valerse de la asistencia de un oráculo para decidir si ir a la guerra o no. Creyéndose astuto, primero puso a prueba a los oráculos. Envió un heraldo a cada uno de ellos que, exactamente al centésimo día desde la partida, debía preguntar a la pitonisa que estaba haciendo el rey. Creso había elegido para ese momento una conducta convenientemente extravagante: despedazar una tortuga, un cordero y cocinarlos en un caldero de bronce. El de Delfos, fue él que dio la respuesta correcta. Esto debió ser alarmante para Creso, ya que ese mismo oráculo le había profetizado a su antepasado, Giges, primer rey de la dinastía de los mermnadas, que su estirpe acabaría en la quinta generación. Creso era la quinta generación.
   El rey envió costosos regalos a Delfos, con la esperanza de asegurar un dictamen favorable.[1] La pitonisa se expresó de este modo: “Si atacas a Ciro, un gran imperio se destruirá.” Creso vio en esta profecía a su destino de gloria y bronce, y atacó. Tras la guerra, como lo había predicho el oráculo, un imperio había caído. El de Creso. El rey salvó su vida incurriendo en la delación: ofreció a los persas los secretos militares de las ciudades griegas.
   Aquellas palabras del oráculo de Delfos, no sólo dieron cumplimiento en la historia a una tradición mítica griega –el destino como fuerza indómita, el personaje que busca evadirlo, y la profecía como una advertencia que encarna una condena y se revela como funcional al cumplimiento de ese destino– sino que además, explicitan el máximo artilugio de las magias adivinatorias: la vaguedad. El texto profético debe ser lo suficientemente ambiguo como para que ningún resultado de la realidad pueda contradecirlo. A partir de metáforas o generalidades debe amoldarse a toda posibilidad. Funciona, porque el cerebro es propenso a caer en esa trampa. Estudio mediante, tiene un nombre: falacia de validación subjetiva, o efecto Forer.
   Resulta que Bertram Forer, psicólogo estadounidense, profesor universitario, en 1948 envió a sus estudiantes un test de personalidad. Ellos debían completarlo y remitirlo a Forer que, en función de sus respuestas, elaboraría un perfil de la personalidad de cada uno. Pero, en verdad, lo que Forer hizo fue recortar y unir fragmentos de horóscopos publicados para crear un único perfil. Había frases memorables, como esta: “At times you are extroverted, affable, and sociable, while at other times you are introverted, wary, and reserved”.[2] Los estudiantes luego debían calificar cuan cerca estaba, en una escala del uno a cinco, esa descripción de su persona. El promedio fue de 4.6. Y así funcionan los horóscopos.[3]
   De las resultancias de Forer, podríamos sacar al menos dos conclusiones discordantes. La primera es que los complejos, infinitamente diferentes, proteicos hombres, caemos en una trampa verbal y nos identificamos igualmente con un patrón de atributos; virtudes y defectos de cartón, que no son sino una nadería. La otra, que los mentados complejos, infinitamente diferentes, proteicos seres humanos, no somos tales, sino simples apariencias, todas idénticas, sin fondo ni profundidad: copias, grotescas redundancias del único hombre platónico, tan iguales como una línea de zigzagueantes hormigas. Pero no nos adelantemos, porque antes hay otra revelación. Las estrellas quieren decirnos algo, no hay dudas: “Nada tenemos que ver con su suerte, hecha de azar y de voluntades ajenas e inextricables”.

Suplemento a la edición de hoy (y todo por la misma plata… como el nombre de otro afamado blog).

   En flagrante contradicción con el contenido de esta nota, y para satisfacer el misceláneo paladar del lector de este blog, hemos adquirido la franquicia del oráculo de Delfos para nuestro país. He aquí algunas predicciones en clave astrológica que habrán de cumplirse este fin de semana, el mes que viene o en algún momento de aquí a mil años.

Aries: ¡Mishiadura y fulería rantifusa!
Tauro: Recibirá un regalo inusual. Es un loro y se llama Roberto.       
Géminis: ¡Cuidado el ómnibus!
Cáncer: Sólo se equivoca el que intenta. Por favor, deje de intentar.
Leo: Como será la laguna que el chancho la cruza al trote…
Virgo: Si le preguntan, usted no fue.
Libra: Mal día para el amor… los prostíbulos están de franco.
Escorpio: Juegue todo su patrimonio al 7 a la cabeza en la lotería.
Sagitario: Juegue todo su patrimonio al 35 a la cabeza en la lotería.
Capricornio: Recibirá una sorpresa: alguien le leerá su horóscopo y no lo va a creer. ¡Ah…!  Cuando sus amigos de Escorpio y Sagitario le comenten que jugaron a la lotería, dígales que van a perder: saldrá el 4.
Acuario: Créame, es mejor que no lo sepa…
Piscis: Tendrá tiempo libre para emprender nuevos proyectos, se reencontrará con viejos amistades y verá solucionada su situación económica; es decir, lo echan del laburo, llega temprano a su casa y encuentra a su mujer con su mejor amigo de la infancia al que hace tiempo no veía. Resuelve matarlos y lo condenan por el crimen a una estadía de 25 años con todos los gastos pagos en el Penal de Libertad.

(D.C)


[1] Nótese lo absurdo esta situación: querer corromper a quien da señales sobre el destino, confundiendo la señal con la determinación de ese destino. La pitonisa sólo profetizaba, advertía, no decidía el futuro. 
[2] “A veces eres extrovertido, afable, y sociable, mientras que otras veces eres introvertido, precavido y reservado”.
[3] Esto más allá del absurdo que intrínsecamente es el horóscopo. Imposible de demostrar por cualquier método científico (el lector figúrese el falsacionismo de Popper para tener un ejemplo claro): no hay un vínculo necesario entre la suerte de un tipo o su personalidad con su fecha de nacimiento ni con cuerpo celeste alguno.

lunes, 7 de marzo de 2011

(18) Rima IV

No digáis que agotado su tesoro,
de asuntos falta, enmudeció la lira:
Podrá no haber poetas; pero siempre
habrá poesía.


Mientras las ondas de la luz al beso
palpiten encendidas;
mientras el sol las desgarradas nubes
de fuego y oro vista;


mientras el aire en su regazo lleve
perfumes y armonías;
mientras haya en el mundo primavera,
¡habrá poesía!


Mientras la ciencia a descubrir no alcance
las fuentes de la vida,
Y en el mar o en el cielo haya un abismo
que al cálculo resista;


mientras la humanidad siempre avanzando,
no sepa a do camina;
mientras haya un misterio para el hombre,
¡habrá poesía!


Mientras sintamos que se alegra el alma
sin que los labios rían;
mientras se llore sin que el llanto acuda
a nublar la pupila;


mientras el corazón y la cabeza
batallando prosigan;
mientras haya esperanzas y recuerdos,
¡Habrá poesía!


Mientras haya unos ojos que reflejen
los ojos que los miran;
mientras responda el labio suspirando
al labio que suspira;


mientras sentirse puedan en un beso
dos almas confundidas;
mientras exista una mujer hermosa,
¡Habrá poesía!

G.A. Becquer

jueves, 3 de marzo de 2011

(17) Hace mucho tiempo que no duermo bien.

   Hace mucho tiempo que no duermo bien. Cuando veo que la tarde se va a encontrar con la noche ya me viene la angustia. Mi cabeza espera esa hora para abandonarme y andar quién sabe por donde. Pero ella da vueltas, siempre, alrededor de una mujer tan firme como una pirámide. A veces la noche me alcanza en la calle; entonces corro hacia mi viejo hotel. Después de saber que nadie ha traído nada para mí, empiezo a subir pesadamente las escaleras. Y mientras oigo sonar mis pasos en la madera oscura mis manos van tomando las barandas como si pulsaran instrumentos. Casi siempre me encuentro con alguna pareja que desciende y me gustaría saber qué sentimientos los unen. Al entrar a mi pieza la cabeza se me pone como una mujer inquieta que quisiera abandonarme y no supiera donde ir. Aunque el cuerpo esté cansado ella le hace caminar sin consideración; cuando los pasos hacen crujir las maderas en la mitad del piso ella obliga al cuerpo a ir por otro lado. Mientras tanto ella piensa en una mujer real. Mi cabeza recibe una gran cantidad de angustia y produce pensamientos que luchan con una mujer. Pero ella es intocable y mis pensamientos manotean a un fantasma. A veces yo pienso que los fantasmas son mis pensamientos y que ellos no alcanzan a la mujer; pero hace tiempo que yo no existo para ellos: yo soy un padre que aconseja inútilmente a hijos locos. Mi pobre cuerpo –viejo compañero de aventuras–, distraído, cruza por encima de las tablas que crujen y mi cabeza se pone furiosa. Cuando él logra acostarse mi cabeza me abandona y se va sola quién sabe donde. Yo no puedo dormir sin ella y soy bastante desdichado; pero hace algún tiempo tampoco podía dormir y sin embrago era dichoso. Eso ocurría cuando recién conocí a la mujer que amo.

(“Hace mucho tiempo que no duermo bien”, Obras completas, tomo II; Felisberto Hernández)

Nota: Felisberto Hernández es uno de los autores nacionales menos conocidos en el país, acaso porque murió joven y con una obra dispersa y mal publicada. No así fuera de fronteras: en Francia y Argentina saben, y bastante, de él. Tiene una sensibilidad intima, peculiar y fue señalado como el referente, junto a Borges, del cuento fantástico americano.