miércoles, 19 de octubre de 2011

(66) El nombre es arquetipo de la cosa, ¿qué arquetipo es Tristán Narvaja?


Eco, al escribir su notable novela El nombre de la rosa realizó dos cosas excepcionales: en primer lugar le dio un papel protagónico a Jorge Luis Borges, que nos maravilla con su interpretación de un monje ciego de nombre Jorge de Burgos; la segunda fue esconder tan habilmente que el lugar del cual tomó su inspiración para el intrincado laberinto que es la biblioteca de la abadía del crimen es en realidad la feria (o espectáculo) que todos los domingos tiene lugar en la calle montevideana de Tristán Narvaja. Claro está que para lograrlo tuvo que modificar la descripción física de la biblioteca y añadir detalles borgianos a la misma de manera tal que el crítico y el lector se vieran arrastrados a pensar en la La biblioteca de Babel. En esto último, fue especialmente hábil.
Ahora bien, quien haya leido El nombre de la rosa y haya visitado la mentada feria no podrá dejar de concluir que hay demasiadas similitudes entre la biblioteca de la abadía y la fiesta vecinal. En primer lugar ambas están diseñadas siguiendo el modelo de la casa de Asterión. Aún más, hay vecinos y compinches que juran haber visto verdaderos seres mitológicos deambulando por sus alrededores. Dos parroquianos juran haber interactuado con unas nereidas que no solo los introdujeron en los misterios divinos, si no que incluso les tomaron la presión. Son de público conocimiento los casos de barcos que, arrastrados los marineros por el deseo lujurioso de las sirenas (engañados por la confusión de que las sirenas griegas son como las mermaids de una tradición distinta y no pájaros con cabeza e mujer que los han de despadazar con las garras o al menos ensuciar desde las alturas) han chocado contra los escollos que se forman cuando llueve los domingos de julio. Desde el auge de Youtube y demás sitios de online streaming incluso hay numerosos videos de alguna de las travesuras de Zeus metamorfoseado en incontables figuras: perro, tortuga, liebre, gato e incluso algún humano. Desafortunadamente para el los avances en la anticoncepción desde sus primeras correrías a esta parte le han imposibilitado el engendrar héroes que se encarguen de estas aberraciones míticas.
A estas pruebas evidentes, se pueden añadir otras de mayor sutileza. En primer lugar ambos lugares están poblados de libros celosamente guardados por un viejo. En el caso de Eco se trataba de Borges encarnando un monje, en el caso de Tristán Narvaja parece tratarse de un monje encarnando a Borges. Si se observa además la edad de muchos libros que se pueden encontrar en la feria se podrá comprobar que en ambos lugares los libros datan de una misma fecha. Esto ha inducido a numerosos hijos de Artigas (Jose Gervasio Artigas mítico heroe patríotico uruguayo que se confunde a veces con un tal Don Jose Gervasio Artigas, personaje de poca monta histórica y escasa relevancia en la idiosincracia charrua) a buscar desesperadamente el libro que se supone que Borges habría quemado allá por el 1300 y algo.
Dicho libro, que es el centro argumental de El nombre de la rosa, es el segundo libro de la Poética de Aristóteles. Ahora bien, como todos los rioplatenses saben, es leyenda local que el manuscrito original de dicha obra se encuentra en Tristán Narvaja. Nadie lo ha visto aún, pero muchos aseguran haber oido como era leido a otros de modo que su existencia es irrefutable. Aún más, muchos juran haberlo comprado sin saberlo y haberlo vendido nuevamente, las más de las veces sin siquiera haberlo sabido. Y es que el destino del manuscrito está fatalmente atado al de la feria. Siempre y cuando todos los domingos la feria acontezca, el manuscrito la acompañara. Así pues, los secretos que Jorge de Burgos quería ocultar del mundo entero, se encuentran hoy día a disposición del mundo entero, eso si, sin que nadie lo sospeche y por lo tanto incluso más oculto, pues está a la vista de todos. Muchos arguyen que en realidad está leyenda no es más que una copia barata del argumento de algún escritor norteamericano. Otros desconocen norteamérica. La mayoría ni siquiera sabe si Aristóteles sale en parodistas o en murga. Todos concuerdan que es un grupo que nunca llegó a la Liguilla.
En todo caso, quienes aseguran haber oído fragmentos del libro segundo de la poética afirman que no se trata, como sospechaban los personajes de Eco de la Comedia, si no que se refiere a otro género muy distinto: la novela erótica. Se dice que en dicho libro se dan las medidas que toda protagonista femenina debiera tener, una lista de lugares comunes de la novela erótica (con toda seguridad se trate de cosas del estilo “La sintió más mojada que nunca”, “nunca me había pasado”, “soy vírgen” y chascarrillos del estilo “mira la envergadura de la nave”, “te veo más turbado que nunca” y demás que hacen las delicias de niños de 7 años que aún no saben nada del sexo y de señoras de 45 que ya noquieren saber nada del sexo). Quizá lo más notable, es que dedica gran parte del tratado a contar de sus propias experiencias. Es sabido por todos los tristanarvajenses que Aristóteles se habría acostado con varias doncellas, con muchísimas mujeres, con mayor cantidad de esclavos e incluso con una cantidad de pre púberes de su mismo sexo enorme. También es de público conocimiento que Aristóteles, tan santito que parecía, leía con placer al Marqués de Sade.
En última instancia, la existencia del ejemplar nos prueba definitivamente que Eco debió saber que se encontraba ahí, con toda seguridad incluso haya escuchado algún fragmento y a partir de él concibió la biblioteca, el libro que custodiaba y firmó con Borges las escenas principales.  

(A.M)

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