Al promediar la tarde de aquel día,
cuando iba mi habitual adiós a darte,
fue una vaga congoja de dejarte
lo que me hizo saber que te quería.
Tu alma, sin comprenderlo, ya sabía...
Con tu rubor me iluminó al hablarte,
y al separarnos te pusiste aparte
del grupo, amedrentada todavía.
Fue silencio y temblor nuestra sorpresa;
mas ya la plenitud de la promesa
nos infundía un júbilo tan blando,
que nuentros labios susiraron quedos...
y tu alma estremecía en tus dedos
como si se estuviera deshojando.
"Alma venturosa". Leopoldo Lugones.
2 comentarios:
No conozco la obra de Lugones. Esto esta bueno.
Perdón: Y tu alma estremecíase en tus dedos (falta el pronombre enclitico SE)
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